Aseguran el más alto grado de degradación de proteínas con una mezcla de proteasas ácidas, neutras y alcalinas que son efectivas a través de una amplia gama de niveles de pH, trabajando en todas las porciones del tracto digestivo.

Ayudan en la digestión de los carbohidratos durante su tránsito por el tracto gastrointestinal. La amilasa hidroliza los alimentos con almidón y libera polisacáridos y maltosa; la glucoamilasa hidroliza adicionalmente los polisacáridos produciendo glucosa.

Ayuda a descomponer ciertos polisacáridos y carbohidratos que se encuentran generalmente en frijoles y legumbres. Cuando estos tipos de carbohidratos no se descomponen adecuadamente, el resultado puede ser una formación excesiva de gases.

Descompone la lactosa (un disacárido) en glucosa y galactosa. La falta de esta enzima puede provocar reacciones adversas a la leche y otros productos lácteos, a menudo llamadas intolerancia a la lactosa.

Ayuda en la digestión de azúcares refinados que son comunes en las dietas modernas al dividir la sacarosa en sus componentes glucosa y fructosa, para que puedan utilizarse.

Ayuda en la descomposición de grasas y lípidos, lo que juega un papel importante en la absorción de nutrientes solubles en grasa, incluidas las vitaminas A, D, E y K.

Ayuda a hidrolizar los enlaces glucosídicos alfa 1,4 y 1,6 en almidón, glucógeno y otros polisacáridos.

Ayuda a digerir las proteínas que producen los aminoácidos que son componentes importantes del cuerpo humano. Los aminoácidos se utilizan para desarrollar músculos, enzimas metabólicas, neurotransmisores y muchos otros bioquímicos esenciales.

La Vitamina E de origen natural como antioxidante en su forma más activa (alfa-dextro tocoferol) ayuda a aumentar y potenciar los efectos preventivos sobre el organismo. Actúa como antioxidante, al ayudar a proteger las células contra los daños causados por los radicales libres, siendo clave en el sistema inmune.